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Desde el 2009, apostando al desarrollo local
Desde el 2009, apostando al desarrollo local
En dos cálidas y largas entrevistas realizadas en 2011 y 2014, "Cuca" nos compartió recuerdos de su infancia, los primeros años de la formación del pueblo de General Pacheco, el vínculo de su familia con la Estancia y la transformación del pueblo en una ciudad
Cuca hablando con nosotros en su casa. Año 2011.
Maria Esther "Cuca" Larroca (1928-2017) fue una de las grandes narradoras de la historia de General Pacheco, un pueblo que conoció cuando solo era algunas viviendas entre chacras y tambos. Su familia estuvo estrechamente vinculada con la Estancia "El Talar" de la familia Pacheco y prácticamente toda su vida vivió en el almacén que construyeron sus padres, hoy convertido en una icónica fachada bajo el puente de Pacheco que nos recuerda el pasado rural.
Gracias a las amenas y entrañables charlas con Cuca realizadas en 2011 y 2014, nos adentramos en la historia de ella, su familia y la comunidad a través de sus anécdotas, recuerdos y datos históricos que nos compartió con muchísima generosidad.
Como muchas otras familias de nuestro país, las raices de Cuca estaban en las primeras oleadas migratorias que vinieron de Europa, en particular de Italia y de España. Miguel Larroca, su padre, era hijo de inmigrantes italianos que se habian establecido en la estancia “El Talar” cuando aún el pueblo no estaba conformado.
La casa que habitaban era precaria - le decían “rancho” - y se ubicaba cerca de la estación del ferrocarril, dado que ahi se encontraba el inicio de uno de los caminos de acceso al Castillo, al cual se llegaba atravesando un espeso monte de talas. El abuelo de Cuca estaba encargado de controlar ese acceso. Allí nacieron también sus tios: Vicente, José y Carmen.
Ingreso a la estancia El Talar de Pacheco desde la estación ferroviaria General Pacheco. Al fondo se ve la sala de espera particular de la Estancia. Foto: Archivo Fotográfico de General Pacheco. AFGP_00000288. Autor Desconocido. Colección Jorge Manteola. circa 1915.
Siendo muy joven Miguel se destacó trabajando en la Estancia "El Talar", hasta convertirse en mayordomo y uno de los hombres de confianza de José Agustín Pacheco Anchorena (1878 - 1921). De hecho, Cuca solía contar con orgullo que "tal era la confianza que le tenian, que Pacheco le dio un poder general para administrar la Estancia cuando se iba Europa".
Miguel Larroca Foto: Gentileza de Rosario Garcia de Feraggi
Por otro lado, Erundina, su madre, llegó de España aproximadamente en el año 1905 junto a su familia y se instalaron en Buenos Aires. Un amigo del padre, vinculado al por entonces encargado del Castillo, les permitió conocer el pueblo de General Pacheco. Al poco tiempo, Erundina comenzó a trabajar como telefonista en la Estancia, un puesto que le exigía vivir allí de lunes a viernes y regresar a Buenos Aires los fines de semana. Este hecho hizo que la familia considere mudarse a esta zona y, tras los primeros loteos del año 1927, alquilaron un terreno y establecieron un almacen de ramos generales en la actual calle Corrientes y Av. Hipólito Yrigoyen. Allí además instalaron el primer surtidor de nafta, de la empresa Shell.
Si bien las familias se conocieron debido al trabajo compartido en la estancia - además que, desde ya, el pueblo era muy chico -, la historia de la unión de Miguel y Erundina tiene un dato llamativo. Según relataba Cuca, el momento clave ocurrió cuando el almacén de la familia de Erundina se incendió. “Mi papá ayudó mucho a la familia, entonces mi mamá se casó él”, contaba.
La pareja formalizó su unión casándose en 1927. A los pocos meses Miguel y Erundina compraron un campo cercano a lo que hoy conocemos como el cruce de la autopista panamericana y la ex Ruta 197, en El Talar. Allí nació Cuca, el 20 de Julio de 1928. Durante un tiempo, la familia se dedicó a la actividad lechera, pero en 1936 decidieron vender el campo y comprar un terreno cerca de la barrera de General Pacheco (hoy puente). En ese lugar construyeron su casa y el almacén “El Ferrocarril”. Cuca vivió toda su vida en ese lugar.
Miguel y Erundina tenian una diferencia de edad considerable, y debido a ello Erundina enviudó muy joven. En 1940 quedó a cargo del almacén y de sus dos hijas: Cuca y Dora. Con el paso del tiempo, formó una nueva pareja con Don Alfredo Elías y se casó “porque antes no se usaba eso de ir en pareja así”, contaba Cuca. Sobre ello, recordaba entre risas que aquella situación a veces le hacía pasar vergüenza cuando escuchaba en el pueblo frases como “ahí viene la señora que el primer hombre era mucho mayor que ella, y el segundo mucho menor!”.
"Cuca" junto con su hermana Dora en su casa de Artigas y la ex ruta 197 Foto: Gentileza de Rosario Garcia de Ferraggi
Como decíamos, la familia de Cuca tuvo una relación muy estrecha con la familia Pacheco y la Estancia El Talar, lo que hacia que el relato esté entremezclado con anécdotas muy interesantes. Además del ya mencionado trabajo de su abuelo y su padre, nos contó que su tío José fue cochero de la familia y con orgullo siempre destacaba que había sido quien llevó a “pachequito” “con el tiro a cuatro [caballos] blancos” en su casamiento con María Elvira Alvear, un hecho social de relevancia nacional sucedido en el año 1911.
Carroza del Conde Waleski comprada por Pacheco, cuando aquél viajó a Sudamérica con el fin de mediar un arreglo entre Uruguay y la Provincia de Buenos Aires, gobernada por J.M. de Rosas. El mismo fue utilizado para el casamiento de José Agustín Pacheco Anchorena y José Carlos Pacheco Alvear Foto: Archivo Fotográfico de General Pacheco. AFGP_00000338. Autor Desconocido. Colección Maria Esther Larroca. s/f.
Fotografía de un evento social en la Estancia El Talar. La persona de pie con galera - derecha de la foto - era el tío de Cuca, José Larroca. Foto: Archivo Fotográfico de General Pacheco. AFGP_00000323. Autor Desconocido. Colección Maria Esther Larroca. 27 de Octubre de 1900.
En tanto, su tía Elena – esposa del tío José - también trabajaba en la Estancia y entre sus actividades se encargaba la de arreglar la ropa que María Elvira Alvear traía “en baúles” desde Francia. Su trabajo era levantar los dobladillos “porque le quedaban largos”. También señaló que José Agustín – quien falleció joven en la estancia tras haberse cortado y sufrir una infección - murió “en los brazos de Elena”. Por su parte, su tío Vicente estuvo a cargo del puesto de cobro de peaje en el puente conocido popularmente como “El Taurita”, sobre el actual Rio Reconquista.
Jose Agustin Pacheco Anchorena Foto: Archivo Fotográfico de General Pacheco. AFGP_00001113. Autor Desconocido. Colección Maria Esther Larroca. circa 1910.
Mientras charlábamos Cuca nos mostraba fotografías increíbles para quien está habituado al paisaje actual de nuestra ciudad (todas ellas, disponibles en el Archivo Fotográfico de General Pacheco). Entre ellas, una foto en la que hay una comitiva de visitantes en el puente colgante de la Estancia (que aún existe) “todo a lo largo tenía un caño con muchos agujeros. Ves aquella garita, donde está ese puentecio?, En esa casillita había una llave. Mi papá se quedaba en la punta, cuando estaban todos los invitados arriba del puente, abría una llave de agua y salía el agua y hacía así”, contaba Cuca mientras movia las manos haciendo círculos.
Invitados a un evento en la Estancia, posan en el puente colgante Foto: Archivo Fotográfico de General Pacheco. AFGP_00000322. Autor Desconocido. Colección Maria Esther Larroca. 27 de Octubre de 1900.
También, nos mostró fotos de algunos edificios que ya no están. Por ejemplo, las perreras (en la foto señaló que se podía ver al encargado de cuidar los perros, Marcelino Cachafeiro), un anfiteatro al aire libre, y finalmente una foto postal de la Estancia, en la que se puede ver el frente del Castillo mirando a la estación del ferrocarril, la fuente “de las sirenas” y el parque diseñado por Carlos Thays.
Imagen de la perrera de la Estancia El Talar Foto: Archivo Fotográfico de General Pacheco. AFGP_00000335. Autor Desconocido. Colección Maria Esther Larroca. circa 1910.
Imagen del anfiteatro al aire libre de la Estancia El Talar Foto: Archivo Fotográfico de General Pacheco. AFGP_00000293. Autor Desconocido. Colección Maria Esther Larroca. circa 1920.
Postal de la Estancia El Talar Foto: Archivo Fotográfico de General Pacheco. AFGP_00001137. Autor Desconocido. Colección Maria Esther Larroca. circa 1920.
En cuanto a su vida, Cuca contó que realizó hasta tercer grado de la escuela primaria en una pequeña edificación ubicada en la esquina de la calle Artigas y Buenos Aires, en una casa “una parte prefabricada y otra parte de barro”. Recordamos que en los primeros años de su vida, Cuca vivía "en el campo", en la actual ciudad de El Talar, y su papá (que era uno de los pocos que tenian auto) la traía a la escuela "al pueblo" junto a su hermana. Luego, dado que la escuela rural ofrecía sólo hasta tercer grado, continuaron la primaria en la escuela Normal de San Fernando y finalmente Cuca estudió costura en el almacén “Cabo” (en Boulgone Sur Mer y la ex Ruta 197) con una profesora que venía de Garín.
En sus tiempos libres solía pasar tardes con sus amigos y amigas en casas de familia “nos reíamos.. bailábamos entre nosotros. Venia la mamá de Lalo y Héctor Peralta, venían todos, Elsa Cipitelli... jugábamos a la lotería, saltábamos con la soga, todas cosas sanas, tranquilas. Las chicas hacíamos perfumes con flores…”
También nos contó que los domingos participaba en el coro de la iglesia si bien su primera experiencia había sido, decia entre risas, muy avergonzante. Sucedió que en plena misa, estando en la parte alta de la iglesia junto al órgano, había empezado a murmurar con su amiga Elsa Cipiltelli. Al escuchar ruidos, el cura de ese momento ( el conocido y polémico “Padre Améndola”), frenó la misa, se dio vuelta (porque las misas se daban de espaldas) y las retó en público diciendo “a ver si se van a dejar de rebuznar allá arriba”. Tapándose la cara Cuca recordaba “Ayyy quien bajaba después con la iglesia llena de gente? estaba todo el pueblo! estuvimos una hora y media ahi arriba!”.
Por otro lado, recordaba sus vueltas en bicicleta con amigos, “a la tardecita agarrábamos la bicicleta y nos íbamos, a veces hasta el Cruce de José C. Paz!”, y otras veces iban al monte de Talas que había en el casco de la Estancia. Sobre eso, se detuvo a pensar con nostalgia mientras comentaba “lo que era el monte… un hermosura ! Todo lo que ahora es el country estaba lleno de árboles, de tantos no veías el sol! Había muchos Talas, Eucaliptos, y otras especies. En un momento vino un mayordomo loco que no dejaba entrar, pero antes si, íbamos y nadie decía nada.. y para la primavera ni te cuento la cantidad de colegios que venían!. Después lo sacaron. Mi mamá cuando escuchaba las motosierras decía “se me estruja el corazón”. Mi mamá y mi papá querían a todo eso como si hubiese sido de ellos.”
Siguiendo con la vida social, y como relatan muchos vecinos de aquella época, uno de los lugares más importantes para la reunión del pueblo era “la fomento”, hoy conocido como “Club Pacheco”, donde una vez al mes hacían bailes. “La fomento”, se inauguró en octubre de 1940, es decir, cuando Cuca tenía 12 años, y no sólo significó un espacio recreativo y de socialización (tal vez el único), sino también un lugar clave para el desarrollo del pueblo.
El primer edificio del "Club Pacheco" Foto: Archivo Fotográfico de General Pacheco. AFGP_00001089. Autor Desconocido. Colección Asociación de Fomento y Club Social General Pacheco. circa 1950.
“Cuánto trabajamos en la fomento…” recordaba, “para juntar fondos para el edificio habíamos hecho afuera al aire libre un redondel para bailar y hacíamos kermeses. Al final sacamos fondos y el edificio se hizo. Y después se vino para arriba. Si habremos bailado... Los Sábados a la tarde íbamos y partíamos velas en el piso, porque era muy rústico y sino no podíamos bailar, con las velas patinabas más fácil. Venían orquestas de Tango y Jazz. Me acuerdo uno que era “Barbará y su orquesta” y vino uno de Tango muy conocido, D’Arienzo. Salía un vagón de guita. Había que juntar la plata!”.
La convocatoria, contaba Cuca, se hacía artesanalmente a través de "papelitos chiquitos, panfletos" que colgában en los negocios, "en los pocos negocios que había", recuerda. Todo eso se organizaba desde la comisión. “Héctor Cipitelli, el hermano de Elsa, nos llevaba, y los Cachafeiro [Antonio y Marcelino] nos traían después. Tenían un furgón grande para las macetas, porque ellos tenian vivero y llevaban las plantas al centro a la mañana. Entonces a las 3, 4, cuando terminaba el baile repartía a toda la gente.”
Más allá del estudio y del ocio, desde chica también estuvo trabajando en el almacén de su familia. Por aquellos años, el almacén era un lugar sumamente importante: no sólo se vendían alimentos y utensilios de primera necesidad; también era carnicería, lugar de comidas elaboradas y bar. Sobre la calle Artigas y sobre la ex Ruta 197 había dos palenques para atar los caballos, y la calma cotidiana solo era interrumpida por el frecuente paso de los trenes o el aluvión de personas que llegaba en las horas de almuerzo.
Los momentos pico de actividad los recuerda cuando se realizaban los loteos del pueblo y el almacén recibia y daba el almuerzo a los futuros compradores, generalmente los días Domingo. También cuando se construyó la planta transmisora, en el año 1950. “A las 12 tocaba la campana y a la 1 tenían que entrar otra vez. Venía un malón de gente, 30 o 40. Había que hacer la comida para tantas personas! Pero bueno, llegamos”, contaba Cuca.
El almacén. En el año 2022, instituciones de General Pacheco colocaron una placa destacándolo como "Sitio Histórico" luego de que el Municipio de Tigre recupere la fachada. Foto: General Pacheco Web
Por aquellos años Cuca tenía 22 años y recuerda entre los trabajadores muchos entrerrianos, santiagueños y tucumanos, pero hubo una persona que la enamoró. Era un español que había llegado recientemente al país y trabajaba en la obra de la planta transmisora, manejando un tractor “tenía que desmontar con la máquina para traer la tierra y levantar el terreno para hacer los edificios, porque era todo muy bajo. Nos enredamos, nos enredamos y cuando me di cuenta ya estábamos casados!”. También recuerda que para la obra habían hecho casas para los obreros “Estaba el comedor, las oficinas y las casas, las piezas. Cuando terminó todo venían los camiones con tierra y quedó todo abajo. Y después lo contuvieron con el paredón.”
Con el correr del tiempo el almacén, comenzó a ser administrado por la nueva pareja de Erundina, Don Alfredo Elias, y desde entonces muchos lo conocen como “el almacén de Don Alfredo”. Por algunos años fue el único almacén del pueblo y funcionó hasta mediados de la década de 1990.
Con los años Cuca vió como la ciudad fue creciendo rápidamente. "Pacheco cambió 100% cuando vino Ford. Y más, cada inundación de Tigre, levantaba Pacheco. Porque se pasaban de Tigre para Pacheco", recordaba. Paralelamente, la relación del pueblo con la Estancia – cada vez más reducida tras sucesivos loteos – fue mermando. Durante su infancia, la familia Pacheco solía agasajar a los vecinos del pueblo en navidad y hacer regalos, además de la tradicional entrega de premios “al hombre honrado” y “a la mujer virtuosa”, y de la entrega de dinero a entidades de bien público. Esta última actividad fue la que se mantuvo por más tiempo, hasta mediados del siglo pasado.
Entre sus recuerdos, también mencionó el movimiento que generaba la estación de trenes. En especial, recordaba al guardabarrera, que tenia “su linda casita, con hermosas piezas y el baño afuera” y su actividad cotidiana “Cuando tocaba la campanilla de la estación que venía el tren, el guardabarrera bajaba la barrera. Cuando pasaba el tren largaba la palanca y la barrera subía sola.”
Antigua casa del guardabarreras. La construcción fue demolida en la década de 1990. Foto: Archivo Fotográfico de General Pacheco. AFGP_00000195. Alejandra Deppe. Colección Alejandra Deppe. Junio 1991.
Además de los trenes de pasajeros contaba que había mucha actividad de cargas, entre ellos “el tren lechero” de las 10 de la mañana que usaba su familia cuando tenían el tambo, y otros de ganado en pie. “Si habremos criado chanchitos huérfanos que caían de la jaula de trenes de carga... Venían las chanchas preñadas para tener cría, caían los chanchitos y nosotros los criabamos a mamadera.”
También se refirió al crecimiento del barrio de Los Troncos, donde aseguraba que por muchos años “no había nada”.“Se decía que había todos troncos, que se yo.. Mentira! ni la paja brava crecía ahí. Y dicen que porque había muchos talares. Talares ahí? Nada! En una época hicieron arroz y no dio resultado tampoco, porque esa tierra tiene mucha sal. Vino uno que era arquitecto y compró todo. Era una firma con tres socios. Venían de hacer Los Troncos de Mar del Plata. Por eso le pusieron Los Troncos también.”
Con tanta historia vivida, le pedimos a Cuca algunas reflexiones sobre el crecimiento y al vida en General Pacheco y recordaba que por supuesto antes era más tranquilo “vivías bien, mi mamá y mi padrastro se sentaban en la vereda y estaban hasta las 12, 1 de la madrugada en las noches de verano… Ahora anda a hacer eso! Igualmente me gusta”, decia, y si bien su vida la fue llevando a quedarse en esta ciudad, nunca se arrepintió.
Cuca frente al edificio que fue su casa y almacén del pueblo, antes de la restauración de su fachada. Año 2016
“Mi hermana enseguida levantó campamento y se fue a la capital. Pero yo no… dejame, ir a vivir a la capital no. Aparte cuando estaban haciendo la obra de la planta transmisora, la facultad y el correo, nosotros dábamos de comer, y había que atender a toda la gente que venia… A veces me dicen “Ay mami / abuela, vendé y comprate un departamentito” Un departamentito?! Nooo ni loca! Yo acá viví siempre, me bautizé, tome la comunión, me casé, todo acá, nunca me fui a otro pueblo. Pacheco es lindo, es sano, es muy de vecino y todavía tiene costumbres de pueblo. Me gusta mucho.”
Cuca nos dejó en 2017, a la edad de 89 años. Con su lucidez, picardía y alegría nos compartió un invaluable registro de la historia de nuestra comunidad y sembró una gran familia que sigue desarrollándose en su querida ciudad de General Pacheco.
¡Muchas gracias Cuca!
Maria Esther "Cuca" Larroca luego de recibir una medalla en reconocimiento por sus años de vida en General Pacheco. Diciembre de 2016.
Entrevistas realizadas en el año 2011 y 2014 por Alejandra Deppe, Patricia Elias y Sergio Di Sarcina .