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Desde el 2009, apostando al desarrollo local
Desde el 2009, apostando al desarrollo local
Reflexiones sobre la importancia de recordar y destacar a quienes construyeron nuestra comunidad. El particular caso de Don Isidoro Romano.
Por Rosario García de Ferraggi
Publicado originalmente en el Diario Fomento - 29/01/1993
Pacheco es hoy, sin duda, un pueblo pujante con crecido número de habitantes, los que aumentan continuamente con el arribo de nuevas familias. Así, día a día vemos proliferar flamantes negocios e importantes construcciones particulares.
Tamién se han instalado en los últimos años numerosas industrias que la población y las necesidades del comercio reclamaban y que tienen una próspera existencia. Pero quienes llegan para convertirse en nuevos pobladores no debieran olvidar que donde hoy hay rutas y calles bien pavimentadas, antes hubo caminos con profundas huellas de viejas y pesadas carretas.
El empuje viril de los pioneros, los primeros habitantes que llegaron llenos de esperanza y espíritu emprendedor, confiando en lo que la zona prometía, hizo posible los adelantos que hoy todos disfrutamos. Su semilla germinó y fructificó, pues quedaron sendas abiertas y tierras para sus sucesores.
Uno de esos hombres fue, Don Isidoro Pedro Romano que fundó en Pacheco la base de lo más importante que un pueblo pueda tener: “Una familia”. Esta nace el 24/8/1912 con el matrimonio de Isidorio P. Romano, hijo de Juan Pedo y Juana Carballo, con Martina Mareco, hija de Don Encarnación Mareco y Doña Sofía Caparra.
Dio esta unión once hijos: María Josefa nacida el 15/8/13, Paula Plácida el 5/10/14, Dominga el 29/11/15, Pedro M. el 22/2/17, Isidoro el 8/5/18, Martina V. el 26/6/19, Juana A. el 5/2/21, Sofía el 1/5/23, Rosa el 30/8/25, Juana Lucía el 24/6/27 y Carolina el 24/8/28. Juana Lucía, muere prematuramente el 8/6/28.
Don Isidoro se desempeñó como puestero de la familia Pacheco, su puesto estaba ubicado en los alrededores, de lo que llamamos “Zuecos Blancos”, y era el único que contaba con teléfono para comunicarse con la Estancia. Allí trabajó hasta el año 1924 a 1925 aproximadamente, fecha en que el puesto fue retirado.
Puesto que habitó Don Isidoro Romano. Ilustración realizada por Rosario García de Ferraggi
Luego cumplió idéntico trabajo encargándose de los campos que Don Pío Cipitelli arrendaba a los Pacheco, allí se trabajaba con animales “a cuida”, es decir, se recibía ganado ajeno para pastorear en los mismos. Uno de estos campos se llamaba “El Pescado”.
Siempre con el esfuerzo de su humilde trabajo pudo criar a su numerosa familia, les dio educación dentro de sus escasos medios, pero les dio, sobre todo, ejemplos de vida para que fueran hombres y mujeres respetados y son hoy queridos por todos quienes los tratamos.
Don Isidoro falleció el 28/9/48 y su esposa el 10/3/53, legando a sus hijos un apellido honorable que llevan con verdadero orgullo. Tanto fue así, que había recibido en el año 1930 el premio al “Hombre Honrado” que instituía la Suc. Pacheco. Uno de sus hijos guarda, como documento testimonial, el diploma otorgado en aquella oportunidad.
Sobreviven solo seis de sus hijos: María, Paula, Dominga, Isidoro, Juan y Carolina, son conocidísimos vecinos y colaboran gustosamente para que, quienes tratamos de recuperar memorias del pasado podamos hacerlo, recogiendo sus recuerdos de los tiempos que nos predecedieron.
La historia no marchará sino tomamos de ella sus personajes para exaltar sus vidas y sus obras, y la nuestra, la local, no lo hará sino recogemos en tiempo las noticias que la tradición conserva de los primeros pobladores.
Muchos fueron los nombres de pioneros que hemos recogido: allá por 1885 se hablaba del “almacén de Carlos Maldonado, ubicado en la asa que fuera de Manuel Forno”, donde se corrían carreras de caballos, una de ellas entre “un zaino de Don Maldonado y un picaso obrero de Don Estaquio Burgos, con apuesta de 30 nacionales” (1); doña Angela Tanzi de Echeverría, recordaba antes de su muerte, que “cercano a las vías del ferrocarril estaba el almacén de Luis Meretta y para el lado opuesto el de un francés de apellido Turner” (2); van surgiendo nombres como; Dego, Lani, Acevedo, Aranda, Buffarul, Viñales, Baldo, Larroca, Echeverría, Doval, Nan, Szpelzini, Colino, Guillone, Cipitelli, Carballo, Innocenzi, Durrutti, Anconetani, Vera, Ricobelli y habrá muchos otros, quizás perdidos en las nieblas del tiempo.
Sirva esta recordación como merecido aplauso a todos esos seres anónimos que quisiéramos rescatar del olvido, dejando el testimonio de su paso por nuestro pueblo y por la vida.
Simbolizamos a todos ellos en un solo nombre: Don ISIDORO P. ROMANO.
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* Mayo de 1992. Rosario G. de Ferraggi.
(1) Extraído de una noticia aparecida en el periódico “La Palabra” el 30/7/1885.
(2) Extraído de la Revista Fomento Año 1971